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martes, 1 de octubre de 2013

Razones para un reconocimiento

Por Ángel Arranz Izquierdo (aficionado práctico)

Con sus permisos, permítanme un avance de cinco observaciones para la continuidad y reconocimiento de la Tauromaquia con y sin fronteras.

1ª) La Tauromaquia integral va mucho más allá de rituales o espectáculos de ocio, negocio, mérito o entretenimiento. La Tauromaquia integral abarca desde la alquimia y mantenimiento ecológico casi puro del medio ambiente rural que ocupa, hasta la gastronomía… pasando por parte de la didáctica y de la pedagogía que son tan ancestrales como actuales y eternas en los orígenes agrícolas y ganaderos de toda la Humanidad. Sin olvidar su función en cadenas alimentarias y de supervivencia.

Un toro de Partido de Resina esta primavera (Fioto: RCB)
2ª) La Tauromaquia integral va mucho más allá de expectativas partidistas, bipartidistas, de indiferencia, de apropiación, de expropiación, de privatización o de nacionalización ideológicas o “ideoilógicas”. La Tauromaquia se sustenta y alimenta desde la admiración y el respeto plural en toda clase de pensadores libres y pensamientos abiertos. No le hacen ningún favor los grupos - ya sean políticos, económicos o sociales- que bien o malintencionadamente pretenden manejar, manipular o monopolizar sus grandezas y miserias.

3ª) La práctica y legalidad de La Tauromaquia integral son más antiguas y sabias que la mayoría de las leyes vigentes. Y sin duda, se ajusta a todas las exigencias de nuestra Constitución y de la Convención de la UNESCO para su reconocimiento y protección merecidos, como por ejemplo lo tienen el flamenco, el tango o los “castellets”.  Su originalidad y toque de distinción con respecto a otras manifestaciones artísticas, deportivas, o inventos o eventos habidos y por haber, la hacen distinta y distante en análisis, controversias o reflexiones más o menos sensibles. Se es taurino, se es tolerante o se es antitaurino. Las tres posturas son tan lícitas como compatibles, lo demuestra el falso y milenario debate: toros sí, toros no. En todo caso el debate sería: muerte del toro a espadas y en público, o muerte anónima en el toril o en el matadero. Los toreros, son derivados de los toros, y también son conscientes de sus aciertos o desaciertos con los toros y los toreos. Responsabilidad, naturalidad y autenticidad han de ser las señas de identidad de su credibilidad y valía. El tiempo va demostrando la innovación y evolución de La Tauromaquia y sus fieles. Los excesos propios o ajenos se suelen quedar en anécdotas o extravagancias veletas o efímeras en las perspectivas de la Historia.

Joselito, el día de la primera oreja sevillana, ante un Santa Coloma (1915)
4ª) El arte de torear propiamente dicho es el resultado más refinado y espiritual de la Tauromaquia. Y suma lo más altruista de la condición humana y universal: valor, temple, intuición, habilidad o gracia ante peligros y adversidades. Por otra parte, el toro es el único animal que camino de la muerte tiene derecho a indulto. El toro bravo tiene nombre y denominación de origen y se le pita, silencia o aplaude dadas sus cualidades y calidades en bravura, entrega y nobleza. Y es el único animal que se le homenajea y recuerda en tabernas y salones con sabor, saber y tronío. La Tauromaquia tiene un componente doloroso y sangriento…como casi todos los escaparates y las trastiendas de la belleza. Hay dolor antes, en y después de un parto. Hay sangre, sudor y lágrimas en la construcción de los monumentos más asombrosos. Y de momento nada ni nadie ha podido evitarlo. Se trata de que haya el máximo equilibrio en el arte de torear para herir el mínimo de sensibilidades: ¿hipócritas o reales?

5ª) ¿Los padres, abuelos o bisabuelos de los antitaurinos más furibundos eran asesinos cuando mataban cerdos, pollos, conejos o corderitos para alimentar a la familia? Abastecer de alimentos a una ciudad como Barcelona significa matar más animales en un día que toros bravos se matan en un siglo. El arte de torear es un pulso donde la fuerza de la razón domina y somete a la razón de la fuerza. Estoy deseando que eso mismo ocurra en todas las actividades y en todos los rincones del mundo. Solo por esa imagen, La Tauromaquia debe formar parte del Patrimonio Cultural y Material de buena parte del pueblo español y de los pueblos universales como ya pedimos sin complejos en 2.010 el ilustre cineasta Jordi Grau y yo mismo en nuestro libro: ¡TORTURADORES? (Madrid, Editorial Egartorre, 2010). Salud y justicia social.

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