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martes, 26 de marzo de 2013

Los rabos en la plaza vieja de Madrid

No fueron comunes, ni mucho menos, como no lo serían en su sucesora de Las Ventas. Cortar un rabo en Madrid, salvo en aquella corrida de la Victoria donde el lógico entusiasmo se desbordó, fue siempre una labor mucho más que complicada. 

José Roger Valencia
Paradójicamente no fueron ni José ni Juan los responsables de ese primer rabo, ni tampoco del corte de dos orejas a un mismo toro (fue el cordobés  Camará, en una novillada el día 2 de septiembre de 1917), aunque fueron Gallito Belmonte los primeros matadores de toros en conseguirlo (el 10 de octubre del 18, José, y el 7 de octubre de 1920, Juan). El primer rabo, el de  José Roger, Valencia, es consecuencia de una fenomenal faena de un torero que lució poco a la sombra de los grandes maestros de la edad áurea del toreo y de sus sucesores de la época argéntea. Fue cortado por José Roger en una novillada que se celebró en la plaza de Felipe II -o de la carretera de Aragón- el 8 de agosto de 1918. Se lidiaban toros -o novillos como gusten, aunque la edad entonces no condicionaba tal categoría- de Pablo Romero, y la víctima del rabicidio recibía el nombre de Vallehermoso, un gran bicho que en cinco varas dejó dos caballos para el arrastre, y frente al que el valenciano estuvo verdaderamente sensacional. Basta con repasar las crónicas del día para entender la naturaleza de la faena, excepcional, en la que no faltaron los nombres -siempre evocados en esos tiempos- del trianero y del de Gelves. 
Junto a éste fueron hasta 18 los rabos cortados, más dos de ellos sólo posibles para determinados críticos. Eran tiempos en que no se contabilizaban como ahora, que para muchos periodistas carecían de importancia, porque, como subscribo yo ahora, lo trascendente era el contenido y alcance de la faena con capa y muleta, y lo de menos eran los pedazos de casquería logrados. Hubo faena grandiosa, como la de Chicuelo en 1928, que fue premiada con dos orejas y petición de rabo, pero que al fin no conseguiría el último trofeo pese a la grandeza del muleteo que inicia el toreo contemporáneo, más ligado y en redondo.
De esos rabos -y todo hay que decirlo- dos fueron en becerradas, festejos menores en los que lidiaban bichos más grandes que en tantas novilladas actuales -a veces incluso que toros en festejos mayores-, una cortada por el Pichi en 1932 y otra por el gran aficionado y escritor Julián Cañedo en 1929. 

Juan Belmonte con su hermano Pepe, el día del rabo de 1925 y de la confirmación del segundo
Juan Belmonte conseguiría dos de ellos, el 20 de junio de 1920 y el 8 de octubre de 1925, como también cortaría otro en la corrida en que definitivamente echa a andar la plaza de Las Ventas en 1934, como coso de temporada; otros tantos le tocarían a Matías Lara, Larita, el 8 de mayo de 1921 y el día en que presumiblemente se despedía, el 6 de noviembre de 1932; y también otros dos, y éstos en una misma temporada, cortaría el mexicano Luis Castro, el Soldado, los días 29 de julio y 23 de agosto de 1934; pero el más agraciado -y con el récord de orejas en su haber- fue Nicanor Villalta. El turolense de Cretas cortó un primer rabo el 18 de junio de 1925 a un toro de Albaserrada -ya en manos de José Bueno-, un segundo al año siguiente, el 6 de junio, a otro de Manuel García (Aleas), y un tercero a una res de Bernardo Escudero Bueno (también de Albaserrada) el 6 de abril de 1931.

Una de las portadas de La Lidia dedicada a Nicanor Villata en 1925
Con uno en su haber contamos al novillero Pastoret (1923),  al maño Gitanillo de Ricla (1925), a Manolito Bienvenida (1931), al valenciano Vicente Barrera (1932), al grandísimo diestro mexicano Armillita chico (1933), o a Domingo Ortega (1934).
Pero, fíjense, por ganaderías no cabe la más mínima duda, fue la de Albaserrada la que consiguió, en diferentes manos, el mayor número de reses arrastradas sin el extremo caudal, hasta 3 toros se fueron al desolladero sin el rabo, cuando la vacada ya estaba en manos de José Bueno o Bernardo Escudero Bueno. Y junto a ellos, analícenlo también, dos de Palha y dos de Aleas (uno de ellos un torete en becerrada), casi nada.
Vayan pues en resumen, los rabos cortados en aquella gloriosa plaza, con los dos que casi llegaron a ser, y probablemente con la omisión de algún otro que pudo cortarse pero que no quedó claro en la prensa de la época. 


Rabos en la plaza vieja de Madrid

1918
José Roger (Valencia), tras una faena completísima, cortó las dos orejas y el rabo al toro Vallehermoso de D. Felipe de Pablo Romero, lidiado en cuarto lugar el día 11 de agosto. Vallehermoso, era un toro castaño carinegro, buen mozo y sin excesos de cornamenta. En varas fue muy bravo (5 encuentros por cuatro caídas y dos caballos muertos) y se mantuvo bravo en los demás tercios.


La Lidia le dedicó esta portada a Valencia tras el corte del primer rabo
José Gómez (Joselito o Gallito), cortó el 10 de octubre el rabo a Gorrión, del marqués de Guadalest, un toro bravo, codicioso y de encastadas acometidas en la muleta, con el que el sevillano estuvo soberbio con capote (siete verónicas magistrales), banderillas (cuatro pares inconmensurables, al quiebro) y muleta (ligando hasta cuatro naturales exquisitos y diferentes lances de su cosecha, de pie y de rodillas). Como mató bien, el público, aun con el toro en pie, pidió la primera oreja, y cuando dobló el Presidente se vio obligado a dar la segunda y el rabo. Era en la corrida en la que su hermano Rafael se despedía por primera vez del toreo. La prensa del momento se divide en la concesión de éste, pero lo confirman La Lidia, El Imparcial o El Liberal, por ejemplo, aunque ABC, El Heraldo de Madrid o La Época solo nos hablan de esas dos orejas. Pueden consultarse las crónicas en las siguientes direcciones:
La Lidia, 14 de octubre http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0002044043&search=&lang=es
ABC, 11 de octubre http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1918/10/11/014.html
El Heraldo de Madrid, 10 de octubre http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0000722298&search=&lang=es
El Imparcial, 11de octubre http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0000393173&search=&lang=es 
El Liberal, 11 de octubre http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0001847255&search=&lang=es.

Así vio el rabo concedido a Joselito Ricardo Marín como dibujante en El Liberal

1920
Juan Belmonte tuvo un éxito extraordinario el 20 de junio con los toros de D. José Bueno (antes marqués de Albaserrada). Al segundo, de nombre Toronjito tras una seria y buena faena le cortó una oreja, pero al quinto, llamado Flor de Jara, negro listón y bien puesto, le hizo una sensacional faena y cortó las dos orejas y el rabo.
1921
Matías Lara (Larita) el 8 de mayo cortó una oreja al primero, perteneciente a D. José Palha, y de nombre Campanero, jabonero y grande, y cortó otras dos y el rabo, por una valiente faena, al cuarto, de nombre Guerrita, berrendo en negro y grande.
1922
José Moreno, Morenito de Zaragoza tuvo fuerte petición de rabo, pero no se sabe si se le concedió al fin, el día 3 de septiembre con toros de D. Narciso Darnaude (antes Gregorio Campos).
1923
Francisco Ferrer (Pastoret) cortó dos orejas y rabo al toro Relojero, cárdeno, muy grande y de impresionantes pitones, lidiado en cuarto lugar el 9 de septiembre y perteneciente a D. José Palha.
1925
Nicanor Villalta cortó dos orejas y el rabo el 18 de junio a Aragonés, negro, bien armado y perteneciente a D. José Bueno.


Juan Belmonte cortó las dos orejas y el rabo al toro Terremoto, negro, el 8 de octubre que pertenecía a los hijos de D. Andrés Sánchez (Coquilla).
Braulio Lausin (Gitanillo de Ricla) cortó las dos orejas y el rabo el 11 de octubre al toro Educado, negro y grande, de D. Antonio Peñalver.
1926
Nicanor Villalta tuvo una tarde grandiosa el 6 de junio, cortando dos orejas y rabo al segundo y una oreja al cuarto y quinto de los toros de D. Manuel García (antes Aleas) lidiados.

La triunfal tarde de Villalta en 1926 según La Lidia
1928
Manuel Jiménez (Chicuelo) cortó dos orejas con fuerte petición de rabo, el 24 de mayo al toro Corchaíto de D. Graciliano Pérez Tabernero.
1929
D. Julián Cañedo, cortó un rabo en la becerrada del Aero Club, el sábado 8 de junio, día en que se lidiaron dos toros de D. Manuel García (Aleas).
1931
Nicanor Villalta cortó las dos orejas y el rabo, el 6 de abril, a Banderillo de D. Bernardo Escudero.
Manuel Mejías (Bienvenida) cortó las dos orejas y el rabo, el 16 de mayo, a Yegüerito, de D. Argimiro Pérez Tabernero.
1932
El Pichi, cortó las dos orejas y el rabo de un becerro en la becerrada de los camareros domingo 10 de julio.
Vicente Barrera, el 13 de julio cortó dos orejas y rabo a Frailuno y dos orejas de Iluminado, ambos del marqués de Villamarta.
Matías Lara (Larita), el 6 de noviembre, en la que debió ser tarde de su despedida, cortó la oreja al primero y le dieron las dos orejas y rabo en el cuarto. Se lidiaban reses del marqués de Alonso Pesquera.
1933
Fermín Espinosa (Armillita chico), el 8 de junio, cortó dos orejas y el rabo a Saltillo de Lamamie de Clairac.
1934
Domingo Ortega, el 21 de junio cortó las dos orejas y el rabo a Paulino, de los herederos del duque de Tovar.
Luís Castro (El Soldado), el 29 de julio cortó dos orejas y rabo a Palitroque de Torre Abad. Y el 23 de agosto volvió a repetir la hazaña, cortando las dos orejas y el rabo a Rosalejo de Coquilla. 

lunes, 25 de marzo de 2013

Toreo al natural de Nazaré en Madrid


Madrid, 24 de marzo de 2013. Un tercio de entrada. 4 toros de Torrestrella, desiguales de presencia, el tercero anovillado, mansos, embestidores pero algo sosos y con poca casta en general. 2 toros de Torrealta (4º y 6º), mansos, descastados y sin clase. Diego Urdiales, silencio (aviso) y silencio (dos avisos). Eduardo Gallo, ovación (aviso) y ovación con alguna división. Antonio Nazaré, vuelta y silencio.

Día de estreno de la temporada en Madrid. Un cartel interesante para el aficionado que, sin embargo, y como cabía esperar, no fue reclamo para el público en general, llenándose apenas un tercio del coso de Las Ventas… o quizá un poco menos. Cartel interesante, repetimos, como el que tendrá lugar el próximo domingo de Resurrección, porque ofrece alicientes para el aficionado; tanto en uno, como en otro, hay toreros que pueden decir cosas y ganado que ofrecer juego, aunque luego salga como corresponda.

El primero de la tarde y que abrió la temporada venteña, Veranito... (Foto: las-ventas.com)
El de ayer fue de don Álvaro Domecq, de Torrestrella. Lidiaba después de aquella corrida del 19 de mayo pasado en Las Ventas donde ofreció algunos ejemplares encastados, algún otro con genio y casi todos con posibilidades. El de ayer, por desgracia, no estuvo a la altura de lo ofrecido casi un año ha, comenzando porque la corrida no se lidió completa y hubo de echarse mano de sendos remiendos de Torrealta, además de un conejo que se nos coló desde el sombrero del prestidigitador de los corrales madrileños. Un conejo, sin duda, para que no pudiera haber la consabida devolución de entradas que, con anticipación, apenas llegarían a docena y media entre las vendidas en taquilla. Los tres primeros vespertinos, sin embargo, tuvieron sus posibilidades, y aunque no fueron un prodigio de casta, de acometividad y mucho menos de bravura –ésta ausente- al menos se dejaron torear e iban y venían sin ofrecer grandes o irresolubles problemas, con algo de sosería y sin mucha clase, es cierto.

El tercero, Lirio, que así visto parece otra cosa, pero que no tenía trapío para esta plaza (Foto: las-ventas.com)
El infernal tiempo –cuántos nos echaran en cara ahora la boina dichosa, y para cuántos habremos de responder con el hundimiento catastrófico, si eso es lo que quieren que caiga sobre sus cabezas- no impidió que se celebrara el festejo completo, y eso que la lluvia y el frío arreciaron de firme en algunos toros. Seguro que si hubiese llovido un poco más en taquilla…
La terna también prometía lo suyo; un torero pundonoroso y esforzado, poderoso, habituado a las duras corridas de Victorino, como Urdiales; otro que dejó buenas pinceladas de gusto y clase el pasado año en Las Ventas, como Gallo; y un tercero de exquisitas y profundas formas, plástica y estética, como Nazaré. A la postre, de los tres, el que anduvo francamente bien –aunque sólo lo fuera en uno de sus oponentes- fue el tercero, que para ello los nazarenos son lo propio de la Semana Santa española.

Urdiales en el primero de la temporada con la diestra (Foto: las-ventas.com)
Abrió plaza en esta temporada 2013 un pupilo de don Álvaro, por mote Veranito, nada más antagónico e impropio con el tiempo que imperaba, un bicho jabonero sucio, de 524 kilos, corto, bajo, hondo, hecho pero algo atacado, delantero de cuerna, que comenzó mejor que acabó, pasando por varas sin lucir bravura y algo soso en sus arrancadas finales, con mínima o muy poquita casta. Quitó Gallo por chicuelinas, muy jaleadas, quizá porque Urdiales nada hizo con el percal, y tras dolerse con los garapullos, lo tomó el riojano entre manos sacándoselo –no mucho- a los medios. El toro iba más cómodo en los terrenos de dentro, más cercano a tablas, y allí fueron a parar al fin, por dentro de ambas rayas. Tuvo algunos arreones de manso, que Urdiales medio aprovechó, pero sin la firmeza de otras tardes y sin el temple necesario –quizá influyó también el aire que a rachas sopló toda la tarde-. Se fueron entonando algo toro y torero con las tandas, pero no había materia prima para el lucimiento, y el animalito acabó por achuchar por ambos pitones, quedándose un tanto. Un buen natural subrayó, casi al final, el trasteo de Diego, pero tres pinchazos –alguno feo- un aviso y dos descabellos dejaron su labor sin siquiera palmas. El cuarto fue de Torrealta, un torote grandón y zambombo de 647 kilos, que obedecía por Abatido, negro de piel, delantero de defensas, manso y de embestir sin clase y a menos. El toro, que salía ya distraído del capote de Urdiales, derribó con estrépito al primer caballo, cuando casi aparecía por la puerta, pero sin cebarse en su víctima, saliendo suelto a continuación, para tomar otra vara sin bravura. Ahora sí, el arnedano tomó el percal para endilgarle unas chicuelinas más del montón que otra cosa. Y tras brindar al público –no sabíamos qué le había visto, y así lo comentamos- lo tomó con la derecha, aprovechando que el toro se le venía pronto y ofrecía algún viaje para torear. Sin embargo, y he ahí matiz importante, lo hacía con la cara a media altura, sin entrega suficiente, sin demasiada clase, acrecentando el defecto en las siguientes tandas, y acabando por entrar al paso, hacer algún ademán de rajarse o tardear... que era lo que nosotros habíamos supuesto. Urdiales lo pasaba con una y otra mano, pero sin arrancar olés profundos, algo descolocado en ocasiones, porfión y honrado, pero sin “esencias”, aguantando la poca clase de su enemigo pero sin llevarlo o someterlo al dominio de su muleta. Medimos más por la cantidad que por la cantidad… y el tiempo pasó inexorable, hasta el punto de que sonó un aviso sin tomar la espada siquiera. Se había pasado claramente de faena y así se lo recriminaron algunos. Dejó media estocada un tanto perpendicular y atravesada y tuvo que dar hasta seis descabellos oyendo un nuevo recado presidencial. Silencio en el foro.
Un pase de pecho de Eduardo Gallo en el segundo (Foto: las-ventas.com)
Un desalentador Deslucido le tocó a Eduardo Gallo en primer lugar, un toro de 553 kilos, colorado bragado, meano y axiblanco de capa, ojo de perdiz, corto, grueso y bajo, que fue como su primer hermano, manso, soso pero embestidor y a menos. El salmantino, que ya había quitado en el primero, lo lanceó con el percal, entre aplausos que –al que subscribe- supieron a demasiado. En éste, sin embargo, como debe estar prohibido, no hizo quite alguno, realizándolo su compañero Nazaré, por gaoneras del común de los mortales. El toro se arrancó alegre en sendas ocasiones a los varilargueros, pero luego apenas hizo cosa digna de mención, saliendo al vuelo del primer capote que vio. Ligó Gallo en la faena muleteril, pero lo hizo varias veces echando la pata atrás –¿por qué no verán el video de Morante en Valencia, para entender que se puede ligar sin esconder la pierna y cargando la suerte desde el principio?-, mientras las generosas gentes le aplaudían a rabiar. No fue, ni mucho menos, para tanto. Más bien fuera, a veces escondiendo la pierna, lo más meritorio fue templar al bicho en medio del temporal, hasta que en la cuarta tanda tuvo que dejar de hacerlo porque ya no había de dónde sacar. De uno en uno, ahora con la zurda, al principio lo desplazó para las afueras, aunque terminó por traérselo más para dentro al final, quizá en el momento más interesante del trasteo, para terminar acortando distancias. Dijo poco en este epílogo, y menos cuando en uno de los dichosos circulares de moda y a modo, perdió la muleta. Desde fuera le endilgaría, a renglón  seguido, un pinchazo con el brazo atrás y tres cuartos desprendidos; sonó un aviso y lo remató al segundo descabello. Ovación con saludos. El quinto era Leído, que nunca está de más, un toro de 595 kilos, negro chorreado, listón y bragado, que se comportó como sus hermanos de camada. No hubo toreo de percal apreciable en el recibimiento, y volvería a quitar Nazaré –por chicuelinas- para que picado por el gesto saliese de nuevo Gallo y le diera unos delantales, ahora sí, mejorcitos. La faena comenzó con un desarme, así que sólo podía ir ya a mejor… pero tampoco, porque el toro tenía menos gas que un caracol. El diestro de Salamanca, a pesar de ello, tiró bien del mismo en dos derechazos de buena marca en la tercera tanda, el bicho se sintió podido y a partir de ahí se vino aun más abajo, cabeceando y dosificando en extremo sus arrancadas. Tanto lo hizo que obligó a Gallo a pasarlo de uno en uno, teniendo que corregir terrenos constantemente, al quedarse casi debajo. Hubo cierto encimismo, por ver si así sacaba algo del público, se puso algo pesado al fin, se lo recriminaron, y la faena acabó como empezase, con un nuevo desarme. Una entera un poco más que desprendida, terminó con el cuadrúpedo y hubo algunos pitos cuando salió a saludar al tercio.

Nazaré porfiando al natural en medio de la lluvia (Foto: las-ventas.com)
Menos mal que dejamos lo mejor para el final. Y es que Nazaré estuvo muy torero en su primero, Lirio por apodo, un torete anovillado de capa colorada chorreada, calcetero y ojo de perdiz, que era muy poquita cosa en sus –al menos así declarados- 534 kilos (¿?). Y, sin embargo, fue el que más se movió de la corrida, a pesar de que tampoco era un dechado de energías vitales. Manseó en varas, se dolió en banderillas y llegó queriendo a la muleta, eso sí, para que Antonio lo cogiese desde delante y se lo llevara atrás en pases con una longitud que no habíamos visto en toda la tarde. Faena elaborada sobre la mano zurda, la de los millones, tras un serie a derechas, bien colocado al hilo del pitón, entonada, limpia –pese a lluvia y aire- por momentos con profundidad, bien jaleada por la afición y público asistente. A pies juntos terminaría el sevillano, quizá en lo más emotivo de su trasteo, reconciliándonos con el arte de… Montes, más que con el de Cúchares. Una entera por arriba le bastó para que el toro rodara sin puntilla, dando una muy merecida vuelta al ruedo tras petición insuficiente. Madrid es Madrid, es cierto, pero en casi cualquier otra plaza hubiera tocado pelo. 

La buena estocada al tercero de la tarde (Foto: las-ventas.com)
Las lanzas se tornaron cañas en el último de Torrealta, Lapicero de nombre, 574 en la tablilla, castaño con bragas y meano, un bicho descastado y sin clase que manseó en varas, banderillas y muleta. Comenzó por acudir con incertidumbres a la franela, con la cara altita y arreando algún que otro gañafón, protestando casi siempre, y terminó bruto, parado y con idénticas incertidumbres. Estuvo el andaluz firme, pero era toro de lidia a la antigua, a base de castigo, doblones o toreo por la cara, toreo andando y buscándole los costados -pese a no ser un barrabás declarado-, pero tales cosas ni son al uso, ni se estilan en estos tiempos. Tres pinchazos, con poco estilo de matador, media algo caída y delanterilla, sin pasar, y tres descabellos, deslucieron aun más el fin de fiesta. Pese a todos los pesares –más aun cuando acabamos la Cuaresma-, nos quedamos con los pasajes interesantes de su toreo al natural, y con las ráfagas de Urdiales y Gallo en sus respectivos iniciales. 

jueves, 21 de marzo de 2013

Los ganaderos riojanos a examen en el CEU

Esta tarde tendrá lugar, en el Aula de Tauromaquia de la Universidad CEU San Pablo, una interesante conferencia a cargo de don Ramón I. Villanueva Sáenz, titulada "Ganaderos riojanos en el Madrid ilustrado".
Villanueva es, sin ninguna duda, el más importante investigador en la historia de la ganadería de casta navarra, tanto en el ámbito navarro como en el riojano, habiendo hecho importantísimas aportaciones a la historia y devenir de una de las más clásicas castas del toro de lidia. Sus muy numerosas aportaciones han dado al traste con la mítica y tradicional sucesión ganadera del tronco navarro, habiendo aclarado el desarrollo de los principales troncos de las míticas vacadas de la ribera del Ebro. Sus estudios sobre los Xímenez de Corella, las ganaderías de Guendulain, Zalduendo, Poyales, Elorz y Bermejo, la de los Díaz y Jiménez de Tejada, la de Lizaso, se unen a la valiosa aportación de Pérez de Laborda (publicada en un libro ya clásico -Tudela, 1980-) sobre sus antepasados o a la modesta aportación personal sobre Guendulaín, convirtiéndole en alguien tan importante para la historia de la tauromaquia en Navarra como Luis del Campo. 

Cartel madrileño de 1774 con la presencia de ganado de Miguel de Miranda, de Calahorra (Colección personal)
En esta ocasión Moncho Villanueva desvelará mucho de los orígenes y sucesión de ganaderías riojanas que estuvieron presentes no sólo en su ámbito natural de influencia (La Rioja, Navarra, Cataluña, País vasco) sino incluso de la propia plaza de la Corte, ya que muchos de ellos se presentaron y lidiaron con cierta asiduidad en Madrid, en tiempos donde la suerte de varas protagonizaba aun el espectáculo taurino.
Ganaderos, hoy prácticamente desconocidos, fueron en el Madrid ilustrado centro de la atención del público asistente. No en vano sus resultados fueron siempre espectaculares en la Villa y Corte, situándose el ganado ribereño en primer lugar en cuanto a resultados prácticos se refiere, medidos, como hemos comentado, especialmente en la suerte de varas. 

Cartel madrileño de 1782 con la presencia de toros de Manuel de Orobio, de Alfaro (Colección personal)
Tuvimos la oportunidad de estudiar dichos resultados en dos temporadas diferentes -1791 y 1794- hace años, y las cifras no dan lugar a dudas. Una de las vacadas navarras, que hemos estudiado en detalle, fue la de Guendulain (Rafael Cabrera Bonet, “La antigua y famosa ganadería de Guendulain”; Madrid, Universidad San Pablo CEU, 2003), que lidia en Madrid desde 1775. Nos fijamos, sólo, en los últimos años del siglo XVIII, cuando contamos con datos de sus resultados publicados en el Diario de Madrid (véase Rafael Cabrera Bonet y María Teresa Artigas, “Los Toros en la Prensa madrileña del Siglo XVIII”; Madrid, Instituto de Estudios Madrileños, 1991). Para el estudio recurrimos a la importante fuente del Diario de Madrid para conocer cómo se comportaron sus reses (hay crónicas escritas entre la 4ª. corrida de 1793 y el 11º. festejo de 1795) y también a una fuente manuscrita de 1791, conservada en el Archivo de Villa. En 1794 acudieron a la plaza de la Puerta de Alcalá un total de 14 ganaderías: 4 con ganado colmenareño, 4 de casta jijona, 1 navarra -Guendulain-, otra riojana -Severino Pérez y Muro, también con ganado “navarro”-, otra aragonesa -Alonso López de Artieda, de procedencia “navarra”-, y otras 3 castellanas. Guendulain aportó 23 reses, número más que suficiente para que el cálculo sea significativo; Severino Pérez y Muro vendió 18 toros, y López de Artieda llevó otros 23. Los toros que más varas tomaron como promedio fueron los de Guendulain, con una media de 10,86 varas por toro. Sólo seis toros tomaron más de 20 varas por cabeza, de los cuales 3 fueron de Guendulain, uno de los cuales llegó a recibir hasta 26 (en la crónica de este toro, en el último festejo de temporada, se dice: “el tercer toro, a la tercera vara, hizo caer al caballo de Padilla, quien estuvo en peligro; entró el toro a 26 varas y a todas tocó o hirió los caballos, menos a dos de ellas”, buena prueba de la codicia y bravura de la res, y que desmiente aquello de que eran simples refilonazos). En 1795 sólo llevó 6 toros; y los resultados de tan exigua muestra no son tan buenos como los de la temporada anterior (la media de varas por toro, baja a 7,66 varas/toro, lugar intermedio en la temporada antecedente). Y así se mantuvo la vacada hasta bien entrada la cuarta década del XIX, con datos incontrovertibles. Para comparar estos datos con algunos de otras vacadas, en estos mismos años, bastará con echar un vistazo a los resultados de 1794, y a los que pudimos encontrar en 1791, referidos también a la plaza de Madrid (Rafael Cabrera Bonet, “Toros y puyazos en 1791” en Diego Ruiz Morales y Rafael Cabrera Bonet, “Papeles de Toros 2. Sus libros. Su historia”; Madrid, UBT, 1992; págs. 85-98). Los resumimos en el siguiente cuadro:


Ganadería (número de toros)
Media varas/toro 1791*
Media varas/toro 1794
Francisco Javier Guendulain (23)

10,86
Manuel García Briceño (8)

9,75
Severino Pérez y Muro (18)

9,55
Diego de Aragón (8)
9,3

Marquesa de Tous (7)
9,2

Juan Becquer (10)
9,2

Álvaro Muñoz y Teruel (31)

8,83
Conde de Vistahermosa (11)
8,7

Benito de Ulloa (9)
8,3

Hermenegildo Díaz Hidalgo (14/3)
8,2
6,66
Fernando Segura (7)

8,0
Alonso López de Artieda (22)

7,9
Agustín Díaz de Castro (25)

7,72
Antonio Hernán García (9)

7,22
María Vela España (19)

7,05
Gonzalo Ortega y Patiño (11)

6,91
Miguel Gijón o José Gijón(44/45)
6,6
9,0
Manuel Aleas (8)

6,25
* De 1791 sólo contamos con estos datos para 9 de los 16 festejos; de dichas 9 corridas, hemos escogido sólo las ganaderías que presentaron más de 7 toros.
Moncho Villanueva, aportará muchísimos otros más datos de interés sobre estos precursores del ganado bravo, aclarando la historia de linajes ganaderos como el de los Miranda, Orobio, Ibarnavarro o Pérez y Muro, sin duda varios de los ganaderos y familias más importantes del sector en La Rioja, precisamente en el siglo de las luces. Siglo donde se originan las definitivas ramas de las que aun cuelgan como frutos maduros -y a veces pasados- las ganaderías de la actualidad. 

Cartel de 1788 en la Villa y Corte, quizá con el ganadero riojano más importante del momento, Severino Pérez y Muro, de Autol (Colección personal)
Como siempre les recordamos que Las conferencias se celebrarán en el Aula Magna de la Facultad de Derecho (Julián Romea, 22; Edificio Biblioteca),a las 19.30 horas, y que la entrada es libre y gratuita.

martes, 19 de marzo de 2013

El presumible parón olímpico de Las Ventas

Los inspectores del COI visitaron ayer la plaza de toros de Las Ventas, acompañados de Carlos Abella, y han quedado muy satisfechos con el recinto, sus accesos y las posibilidades de cara a los Juegos Olímpicos de 2020. Todo fantástico, no nos cabe duda. Una de las sedes previstas para el desarrollo de los JJ.OO. será el emblemático coso madrileño que, lógicamente, habrá de suspender la temporada en esos días. ¿Pero sólo en esos días?

Casi por los pelos no les enseñan el fantástico resultado de las pruebas... ese que dejó tan satisfecho a algún político "salvador" del pueblo...
Piensen un poco sobre el caso... La nefasta cubierta -o su sucesora para 2020- habrá de ser colocada -este infausto modelo necesitaba de 15 días para ello, calculen sólo la mitad en el futuro-, habrán de hacerse las correspondientes pruebas -que en este caso... no sabemos si se realizaron antes del hundimiento-, la "instalación" habrá de ser verificada, acreditada y contrastada y después deberá disponerse su interior para -dejando de oler a choto...- dejar colocada la pista de baloncesto antes de que puedan examinar el estado final de la misma los miembros designados por el COI. 

¡Qué bonito espectáculo...! Esperemos que los nuevos intentos no tengan el mismo "éxito".
Si no se hunde también la nueva cubierta, ello supondrá la paralización de la temporada taurina madrileña, al menos durante un mes completo, como mínimo. Si los juegos se proponen para finales de julio -o mediados- hagan ustedes sus propios cálculos. Prácticamente desde finales de la feria anexa a San Isidro, hasta mediados de agosto -o más allá, ya puestos a ello- la temporada taurina por primera vez en la historia venteña desaparecerá. Ya no son dos o tres las novilladas suspensas por el máster de tenis, sino la mitad de la programación veraniega. 
Yo no he encontrado a nadie que se queje de esto, aunque yo lo haya hecho ya en este blog hace meses. No importa. Recuerdo a más de un periodista "oficial" que ante un comentario mío hace años, quejándome de la extraordinaria duración de la Feria de San Isidro y su postrer añadido de la Feria del Aniversario, me increpaba diciendo que si no me gustaban los toros, que si no quería que se diesen cuántos más espectáculos, mejor... Es verdad que yo me pagaba mi abono, y ellos...no. Pero en esta cuestión, fíjense, como está implicada la Comunidad de Madrid y quién sabe si la momificada o ya fosilizada empresa madrileña, ni una sola voz crítica. Quién sabe si ese será el aldabonazo definitivo para anunciar el fin de la plaza de Las Ventas como coso de temporada..., dejando las lucrativas ferias para llenar los bolsillos de la empresa de marras y "san seacabó". 

El futuro del coso, para algunos periodistas oficialistas, pasa por su cubrición en invierno... y en verano. 
No escondo mi radical rechazo a la organización de los JJ.OO. en Madrid -me parecería de perlas que se los endilgaran a Barcelona de nuevo, a Valencia o a Sevilla, a Málaga, Cádiz, Coruña o Santander- pero como ciudadano madrileño no quiero más líos de tráfico, más obras por doquier, más endeudamiento para mis nietos, más presión fiscal sobre mis bolsillos, más parquímetros y mayor duración del periodo de pago, y menos temporada taurina en Las Ventas. Siempre, es verdad, me cabe la posibilidad de exiliarme a la sierra madrileña, o a uno de esos pueblos de la Comunidad donde los impuestos municipales son la décima parte que en la capital... 
Un paso más, no les quepa la más mínima duda, para terminar con la incómoda afición y el prestigio de Las Ventas, limitando el uso de la plaza a las ferias donde la recaudación es ciertamente atractiva, y no el resto de la temporada -que suele ser deficitaria-. Nos han birlado, en suma, la plaza de todos los madrileños, aquella que por pasar a ser de la Beneficencia, como heredera de los Hospitales General y de la Pasión, y de ella, primero a la Diputación, y luego a la Comunidad de Madrid, era patrimonio de los madrileños. Y digo yo, ¿no podrían haber dispuesto el baloncesto en cualquier otro lugar? La plaza existe para dar espectáculos taurinos. Si quieren un coliseo multiusos que lo construyan para ello, o que recurran al Palacio de Vista-Alegre, que para ello está... vacío de actividad taurina. ¡Qué buenos son los taurodeltianos, por cierto!

miércoles, 13 de marzo de 2013

Presentación del libro "San Isidro 2012. La peor Feria de la historia" en el Aula de Tauromaquia del CEU


Este próximo jueves, 14 de marzo, a las 19.30 horas y en el Aula de Tauromaquia de la Universidad CEU San Pablo se presentará el libro
San Isidro 2012. La peor Feria de la historia casi global”, 
Madrid, Egartorre, 2013,
obra de Ángel Arranz Izquierdo y Rafael Cabrera Bonet.


En el acto intervendrán los autores, que disertarán sobre la pasada Feria y las anteriores, bajo el título “Una visión retrospectiva: el peor año de la historia”. La conferencia se celebrará en el Aula Magna de la Facultad de Derecho (Julián Romea, 22; Edificio Biblioteca), a las 19.30 horas, con entrada libre y gratuita.
Este libro es como un canto a dos voces. A los que gustamos de la ópera –y de la zarzuela- no nos resulta extraño, inhabitual o chocante el emparejamiento, bajo una misma melodía, de dos textos diferentes, a veces casi antagónicos, que se superponen y complementan tantas veces. Es lo que hemos intentado hacer en este libro, que narra nuestras experiencias, pareceres y peripecias de abonados y nuestra forma de entender la fiesta durante el pasado y catastrófico ciclo ferial de San Isidro 2012 y su ya casi obligado apéndice y epílogo de la –ahora- llamada “Feria del Arte y de la Cultura”.


Ángel Arranz y un servidor hemos pretendido con estas crónicas complementarias, que no al alimón, ofrecer nuestra particular, compensada y sincera opinión de lo que puede ser ya considerada –y no sólo lo afirmamos nosotros, sino que es casi universal- la peor feria de san Isidro desde su fundación, por don Livinio Stuyck, allá por 1947.
De ahí que el libro, aun naciendo de dos visiones diferentes, de dos modos de entender la vida y la Tauromaquia, tenga en definitiva una clara identidad en su conjunto, una unidad siempre valorada –y valorable- en este tipo de publicaciones. Ya quisiéramos la profundidad, la sabiduría, la gracia o el interés de la colaboración entre Joaquín Vidal y Alfonso Navalón en aquella obra dedicada al San Isidro de 1975 (“Testigos en San Isidro´75. La feria de la apertura”. Madrid, Ed. Mirasierra, 1975). Nuestras aspiraciones y esperanzas no son tan elevadas. Éste ha sido un ensayo, una leve aproximación a lo sucedido en la peor feria madrileña de la historia, un desahogo más, una forma de liberación de las tensiones contenidas tras tardes y tardes de fracasos, desesperanzas, confusión e inhibiciones. Un grito plasmado en papel, una llamada a la cordura, a la inteligencia, al conocimiento, a la recuperación del verdadero ser y sentir de un arte profundo, efímero pero eterno a la vez, emotivo, capaz de traspasar el corazón y firmemente asentado en el entendimiento.

Los autores en una pasada conferencia
La feria de San Isidro 2012, concebida sobre la base de un gran abono cautivo, y por tanto con un punto de partida que apostaría por la escasez de interés y el abaratamiento de los carteles para obtener unos elevados rendimientos económicos, había de ser un fracaso anunciado. Lo mismo que estos pasados años, en que Taurodelta se enseñoreaba de la plaza de Las Ventas, la nueva empresa “tripartita”, con los antiguos gestores a la cabeza, publicaba unos carteles que anunciaban un desastre sin paliativos. Taurodelta y ahora el “tripartito” siguen sumando records; han seguido programando los peores carteles de la historia de la Isidrada, con el siempre “visto bueno” de la Comunidad de Madrid, ¡sorprendente!  Los presagios dieron el fruto consecuente, y la feria fue la de más pobres logros numéricos de toda la historia, desde 1947 para acá; en los últimos 65 años no se habían alcanzado tan paupérrimos resultados. En las páginas del libro podrán juzgar y entender lo que pretendemos decirles, podrán sacar sus propias conclusiones. Éste, que tiene en sus manos, no es sino el grito, casi desesperado, de la insumisión hacia un sistema que no ofrece los resultados que la afición demanda, que los abonados pretenden, que la Fiesta necesita. El fracaso, elevado ahora a “trifracaso” no puede premiarse con nuevas recompensas, con nuevas renovaciones. Un libro para la polémica, en definitiva, para meditar sobre la fiesta, su futuro y sus posibles soluciones.