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domingo, 11 de mayo de 2014

Pasos, pases y poses

El comentario de Ángel Arranz


Matices

…del arte de torear y sus fases
Daré mi opinión en pasos, poses y pases.
Así terminaba ayer mis reflexiones sobre el inicio de la feria taurina primaveral más larga de la historia.
Larguísima, empieza el día de San Gregorio -9 de mayo-, pero no sé con exactitud que Gregorio, pues hubo tres Papas de Roma con ese nombre y distinción; y termina en los misterios de La Santísima Trinidad -8 de junio-.
Lo llamo ciclo primaveral, pero en realidad gira –unos días antes y unas semanas después- alrededor de San Isidro, modesto y honorable agricultor y ganadero patrón de campesinos, campechanos y madrileños.
Quiero matizar, quiero dejar muy claro, que mi opinión es sólo mi opinión, ni mejor ni peor que otras opiniones más o menos bien intencionadas, cabales o autorizadas. Todavía no he llegado, ni creo que llegaré, a la sabiduría -¿absoluta o absolutista?- en el “arte de opinar”, que tiene ese santo y seña perfeccionista de nombre Francisco, Paco o Currito y de apellido Marhuenda. Es un fenómeno no sé si divino, humano o humanista… porque con o sin “razón” está casi todas las horas y días en casi todos los focos, foros y faros de opinión habidos y por haber.
Pero vayamos al grano de los matices en la corrida de ayer.
El primer toro, un “tío” con 55 arrobas y dos “petacos” de museo. Ni bueno, ni malo, de los que ponen a prueba a los lidiadores. Hubo pinceladas bonitas en la lidia, casi bellas, como los doblones elegantes y clásicos de seda y con las sedas de Ángel Teruel hijo –qué buen torero fue su padre- intentando dominar y señalar las embestidas del morlaco. Como el temple, suavidad y medida en el manejo de capote de su “peón” José Luis Carmona y los dos pares de banderillas de Fernando Téllez. Con equilibrio y armonía empieza la función… pero los ánimos de Teruel van de más a menos, y su colaboración en la obra del conjunto de la tarde es de tonos grises, fríos, despegados, insuficientes para despejar las dudas y posibilidades del pulcro torero de Madrid.
El segundo toro de trapío guapo y de tanta calidad como escasa fuerza. Llegó a la muleta para dibujar 15 muletazos de cartel. Miguel Tendero, ensayó el cansino y monótono pegapasismo y hubo pasos, pases y poses sin poso, trecho ni techo.
El tercer toro titular de Martín Lorca volvió al corral por no tener un mínimo de energías.
El tercero (bis) de “El Vellosino” de nombre Inclusero –como el apodo de Gregorio Tébar, otro buen torero- manso y huidizo en los primeros compases de su lidia. Nadie daba un euro por un toro incierto y viejo –le faltaban dos meses para cumplir seis años-… pero cayó en las manos y cabeza ortodoxas de Juan del Álamo. Torero, toreo y toro fueron de menos más… hasta lograr matices de brillos excelentes y propios en el cuadro resultante de la tarde. Un matiz de forma y de fondo: si este torero consigue hacer y decir el toreo con más verticalidad y naturalidad que “retorcimientos”, puede circular por todas las ferias con la garantía, torería y “pata adelante” de las verdaderas figuras.
En el último de la tarde del Álamo se justifica como buen “pintor” de la verónica. El toro Quinto y el varilarguero Oscar Bernal protagonizan un tercio de varas tan necesario como emocionante.
La corrida ha podido ser mejor y… peor. Dejo constancia de lo superior.
            Esta tarde taurina es de matices
            Es como yantar codornices
            Sin llegar a degustar perdices
            Los matices no salen de las narices
            Se aprecian en tapices y barnices
            Hay que ir de menos a más
            En  profundizar, conmover y redondear
            Como suele hacer José Tomás
            Cuando le convencen y decide torear.
P.D. Francisco Marhuenda, director del diario La Razón y vehemente e incansable tertuliano “todoterreno” en numerosos medios de prensa, radio y televisión.

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